8 ago 2011

A veces nos quedan pocas ganas de vivir. No se trata de que tengamos ganas de sonreír o no. A veces las mejores sonrisas son las que no se muestran al resto. Son esas sonrisas calladas que nos matan y a la misma vez, nos llenan de absoluta felicidad. Porque a veces, las mejores cosas son aquellas que no valoramos y que escondemos debajo de un pequeño cascarón. Es imprescindible que busquemos alternativas: callar no es la mejor opción. Pero mostrar sonrisas falsas, tampoco sirve de nada. A veces, lo que importa es que encuentras una razón para sonreír. Y esa razón, puedo ser yo.

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